Según un estudio realizado por la Universidad Ball State,
muchos adolescentes saben cómo manipular a sus padres divorciados o separados en
su propio beneficio.
"Existe una percepción de que después de un divorcio o una
separación los padres son activos y los hijos, pasivos en sus relaciones. Sin
embargo, descubrimos que la realidad muestra totalmente lo contrario. Los
adolescentes no son pasivos", declaró Chad Menning, autor del estudio y profesor
de sociología en una declaración preparada.
"Los adolescentes después de un divorcio o una separación de
sus padres no absorben los recursos paternos como si fueran esponjas. Al
contrario, reúnen e interpretan informaciones sobre sus padres, eluden
preguntas, se construyen imágenes de sí mismos, esquivan los interrogatorios de
sus padres, manipulan a sus núcleos familiares y cortan los lazos con sus padres
con el fin de ejercer su propia autoridad y asegurarse su identidad individual",
señaló Menning.
Los investigadores interrogaron a 50 adolescentes cuyos
padres se habían separado o divorciado. Descubrieron algunas estrategias, como:
Ocultar información a su padre o su madre para evitar un
castigo o solidificar una buena relación con el otro. Los niños pueden obtener
beneficios mediante el control del flujo de información porque, después de una
separación o un divorcio, a menudo se reduce la comunicación entre los padres.
Mudarse de una casa a o otra. Normalmente, se mudan a la casa
del que ejerce un menor control sobre ellos. Lo hacen como castigo al otro o
para escapar de una situación que no les gusta.
Cortan la relación de forma definitiva con uno de los dos.
Esto permite al adolescente controlar cuándo y dónde desean entrar en contacto
con él.
"Ninguna de estas opciones sería posible en un único núcleo
familiar formado por un padre y una madre", añadió Menning. "Los padres hablan y
actúan como un equipo para criar a su hijo. Una separación de los padres puede
provocar que el hijo utilice la situación para enfrentarlos".