Duele amar a alguien y no ser correspondido. Pero lo que es más doloroso es
amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que
sientes.
Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas
equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando la
conozcamos sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo...
Una de las cosas mas tristes de la vida es cuando conoces a alguien que
significa todo, y sólo para darte cuenta que al final no era para ti y lo
tienes que dejar ir.
Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero algunas
veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que
se ha abierto frente a nosotros.
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también
es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo
encontramos.
Darle a alguien todo tu amor nunca es un seguro de que te amará, pero no
esperes que te amen, sólo espera que el amor crezca en el corazón de la otra
persona, pero si no crece sé feliz porque creció en el tuyo.
Hay cosas que te encantaría oír y que nunca escucharás de la persona que te
gustaría que las dijera.
Pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su
corazón.
Nunca digas adiós si todavía quieres tratar, nunca te des por vencido si
sientes que puedes seguir luchando, nunca le digas a una persona que no la
amas si no puedes dejarla ir.
El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado, a aquel que
aun cree, aunque haya sido traicionado, a aquel que todavía necesite amar,
aunque antes haya sido lastimado y a aquel que tiene el coraje y la fe para
construir la confianza de nuevo.
El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos
mismos, y no tratarlos de adaptar a nuestra propia imagen, porque entonces
solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos.